¿Izquierda o
derecha?: ¿Cuál sistema es mejor? La eterna pregunta...
Me parece insensato que en
pleno siglo XXI todavía exista la absurda división que si soy de izquierda o la
derecha. Hace más de 2.500 años un tal Gautama, alias el Buda, soltó la idea
que, en todos los aspectos de la vida, había que transitar por el camino del
medio, y dos milenios y medios más tarde resulta que la humanidad no lo termina
de entender. Para nada pretendo hablar de espiritualidad, aunque muchos han hecho
de la política prácticamente una religión, así como la ignorancia de los
pueblos no terminan de entender que los presidentes no son reyes ni dioses, sino servidores públicos que están ahí para cumplir con una obligación, no para ser
adorados o idolatrados por los ciudadanos.
Pienso que después de todas las
experiencias del siglo pasado ya se puede discernir con propiedad que ha funcionado y que no
en cuestiones de política, gobernabilidad y economía. El socialismo extremo no
funciona porque económicamente no es rentable. El capitalismo sin regulaciones
o llevado a su máxima expresión se convierte en un sistema esclavista y
destructor. Nadie sensato puede pretender un sistema en el que el Estado se
convierta en un dios y tú en un inepto sin ninguna libertad o verdaderas
garantías. Así como tampoco ningún trabajador desea jornadas demasiado largas,
sueldos excesivamente bajos y sin merecidas vacaciones. Debemos dejar la
envidia a un lado y aceptar que hay gente más emprendedora, así como personas
más inteligentes o cuyas aptitudes son más indispensables para una sociedad, o
que existe gente cuyo talento o carisma los lleva a ganar inconmensurable
riqueza. Por supuesto, claro que debemos trabajar por un mundo justo en el que
pocos no se aprovechen de muchos, así como por un mundo libre de corrupción.
Pero obviamente es igual si esos pocos son funcionarios del gobierno, como
ocurre en Cuba, Corea del Norte, Guinea Ecuatorial, China o Rusia o unas
cuantas familias aristocráticas como en el caso de Colombia, un país con gran
injusticia social, en el que los ricos se han encargado de que no sea fácil
montarse en el ascensor de la superación económica. Lo que no significa que por
eso debemos encaramar en eso que llaman poder, a líderes populistas, con
seguidores ciegos, fieles y leales, como ocurrió en la república de Venezuela.
Yo creo en la
democracia que es un sistema bastante joven y que en la mayoría de los países
ni si quiera ha sido bien implementada. Yo creo en luchar para mejorar las
cosas y dirigirse hacia un camino mejor, más próspero y justo. No creo en
sistemas autoritarios, corruptos o injustos. En Chile, por ejemplo, han
funcionado bien los gobiernos de centro izquierda y centro derecha. Hay países que
fueron socialistas, que en la actualidad se manejan con bastante equidad y
abundancia económica. En Europa la influencia del socialismo construyó una
sociedad con bases más justas. Incluso China se abrió al mercado capitalista, ha realizado
cambios en bien de su economía y en la actualidad se respeta la propiedad
privada. Si por justicia, se debe expropiar a personas aprovechadas, que no son
más que ladrones finos, pues entonces que los expropien. Mas, en general, los derechos
de los individuos se deben respetar y en una democracia verdadera no dependen
de la opinión de la mayoría. También sé que a un funcionario público no se le
debe dar demasiado poder porque se convertirá en un tirano. No me importa si el
gobernante es de izquierda o de derecha, términos obsoletos que ya deberían de
desaparecer. Lo que me importa son sus políticas y su eficacia. Por dar un
ejemplo: a mí, como a muchas otras personas no me gustó la gestión del exalcalde
de Bogotá y actual candidato a la presidencia Gustavo Petro, sé que a otros, en
cambio, sí, opinión que me parece muy respetable. La verdad sea dicha menos apruebo la gestión de ese tal Enrique Peñalosa. Uno es
de corriente izquierda y el otro es de derecha, lo que me parece poco relevante, porque
aquí lo realmente importante es que la ciudad de Bogotá estaba mejor antes de
la llegada de ambos. Los países no son mejores si sus líderes son de izquierda
o de derecha, si no si tienen gobiernos justos y poco dados a la corrupción, un
mal que azota y acaba con nuestros pueblos.
Luchemos para tener mejores sistemas y
mejores gobiernos. No vendamos nuestro voto por un plato de sopa ni por miedo o
extorsión. La lucha comienza en casa, pueblos corruptos tendrán gobiernos
corruptos, y por eso se dice que los países tienen los gobiernos que se merecen.
Dejemos de creernos más vivos que los demás, comencemos a respetar las normas,
que están ahí para una sana convivencia. Renunciemos a esa cultura del odio,
imposición y violencia. Y muy importante: respetemos la opinión de los demás,
porque el respeto es la base de una sociedad digna. Algunos todavía somos libres
y tenemos derecho al voto, así que votemos con inteligencia y no con pasión. Esa, al menos,
es mi manera de pensar. Sé feliz y no mires a quién, dice un refrán popular, respeta para que te respeten asegura una frase de esas que llaman hechas. En fin, menos pasión y mente, pero más corazón e inteligencia. Por eso ni izquierda ni derecha yo me voy por la mitad buscando la equidad y la justicia.